La palabra "mandala" indica un objeto sagrado de "forma redonda" que recuerda al sol o la luna. Sin embargo, el origen de este término es muy debatido: algunos piensan que se refiere a la parte de la espuma del arroz hervido o a la parte más densa de la leche en la preparación de la mantequilla india (ghrta), mientras que otros creen que maṇḍa se lee como el sustantivo masculino y neutro sāra, es decir, como "esencia".
En el hinduismo, el mandala es una representación geométrica que tiene el propósito de representar todo el universo. De hecho, el interés de la cultura religiosa hindú por las representaciones cosmológicas a través de dibujos geométricos se atestigua ya en la antigua Taittirīya Saṃhitā.
Colorear mandalas puede ser de gran ayuda, especialmente para los adultos (aunque muchas personas piensan que colorear es un juego para niños) que sufren de ansiedad y estrés. Colorear mandalas requiere mucha atención, y al comenzar a colorear uno, nos concentramos solo en esta agradable y no muy difícil acción, olvidándonos de todo lo demás. Esta es la capacidad de los mandalas, que ha hecho que sean muy apreciados y populares en los últimos años, incluso en Occidente.
Los mandalas se colorean comenzando desde el interior hasta la parte más externa, lo que lleva a una mayor apertura hacia lo que está fuera de nosotros. Hay mucha psicología en nuestros dibujos, en cuanto a cómo coloreamos, cuándo decidimos colorear y la concentración que empleamos. Se dice incluso que los mandalas son representaciones de nuestras emociones, basadas precisamente en los colores que elegimos para los espacios. Jung, por ejemplo, estudió esta tradición oriental de los mandalas y los consideraba símbolos vivos, capaces de concretar nuestras emociones.
En el Tíbet, se cree que el mandala está compuesto por 5 elementos terrestres:
- La tierra, amarillo – concreción, resistencia, estabilidad: da vida
- El agua, blanco – acogedor, flexible: armoniza la vida
- El fuego, rojo – sol, calor, armonía: da fuerza a la vida
- El aire, verde – conexión con la naturaleza: da energía a la vida
- El espacio, azul – inmenso, infinito: alberga la vida
Los mandalas tradicionales aún se realizan hoy en día con arena coloreada, sobre todo por los monjes. Estas creaciones luego son destruidas para recordarnos siempre que nada es para siempre y que todo llega a su fin.
Para realizar un mandala, primero deberíamos ubicarnos en un lugar tranquilo, sin distracciones. Luego, deberíamos observar el mandala, ya que incluso la simple observación puede relajar. En cuanto a la elección de colores, esta debe ser diferente para cada persona, según las emociones que se experimenten en ese momento determinado.
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